Primera distribución del LSD
Con la experiencia reveladora y aterradora, Hofmann entró
a un mundo altamente desconocido para los occidentales pero muy familiar para
los usuarios tribales de plantas sagradas de gran psicoactividad. El LSD era
algo genuinamente nuevo en dos formas importantes. Primero dada la extrema
potencia del compuesto, la cual da cuenta de 100,000-300,000 dosis sustanciales
por onza. Segundo, el LSD era el primer psicodélico que no ocurría en la
naturaleza. La mescalina había sido antes sintetizada tras el análisis del
peyote pero era la misma droga que en la planta mientras que el LSD nunca había
existido antes de que el Dr. Hofmann la sintetizase.
Cuando su superior, Arthur Stoll, leyó el reporte, llamó inmediatamente por teléfono para preguntar, “¿Está usted seguro que no hubo error alguno en el pesaje?” El Profesor Ernst Rothlin, director del departamento de farmacología de Sandoz, y dos de sus colegas repitieron luego el experimento usando sólo un tercio de lo que Hofmann había consumido. Incluso con esta reducción los efectos fueron “extremadamente impresionantes y fantásticos”. Como Hofmann declaró luego “Todas las dudas sobre lo establecido en mi reporte fueron eliminadas.”
Estudios subsecuentes fueron llevados a cabo por Werner Stoll, hijo de Arthur Stoll, que incluían cuarenta y nueve administraciones a veintidós personas en la Universidad de Zúrich. En 1947, publicó el primer artículo sobre los efectos mentales del LSD en las páginas del Archivo Suizo de Neurología. Esto fue seguido en 1949 por el segundo comunicado sobre LSD en ese mismo periódico titulado “Un nuevo agente alucinógeno, activo en muy pequeñas cantidades”. Ese mismo año se llevaron a cabo otros dos estudios sobre experiencias clínicas con la sustancia.
Seis años luego del descubrimiento de Hofmann, el LSD encontró su camino hacia Estados Unidos. Fue llevado a Los Ángeles por Nicholas Bercel, un psiquiatra especializado en electroencefalograía (EEG), a quien había sido casualmente otorgada la sustancia por Werner Stoll bajo el pedido de que la probase. El Hospital Psicopático de Boston solicitó y recibió LSD por correo, el cual fue dado al Dr. Robert Hyde, subdirector. Tras tragar 100 mcg se puso paranoico pero clamó que no había surtido efecto y que el hospital había sido engañado. Incluso insistió en cumplir con sus horas de clínica. Un asociado luego comentó “Aquel no era el comportamiento normal del Dr. Hyde, él es un hombre muy calmo.”
Los psiquiatras A.K. Busch y W.C. Johnson también pidieron LSD en busca de un “buen delirante” para usar en terapia. Pensaron que el LSD “podía agitar un poco las cosas”, remarcó luego Busch. Por agosto de 1950, estaban discutiendo si la droga tenía un posible rol como ayudante en la psicoterapia en el diario estadounidense Diseases of the Nervous System:
Cuando su superior, Arthur Stoll, leyó el reporte, llamó inmediatamente por teléfono para preguntar, “¿Está usted seguro que no hubo error alguno en el pesaje?” El Profesor Ernst Rothlin, director del departamento de farmacología de Sandoz, y dos de sus colegas repitieron luego el experimento usando sólo un tercio de lo que Hofmann había consumido. Incluso con esta reducción los efectos fueron “extremadamente impresionantes y fantásticos”. Como Hofmann declaró luego “Todas las dudas sobre lo establecido en mi reporte fueron eliminadas.”
Estudios subsecuentes fueron llevados a cabo por Werner Stoll, hijo de Arthur Stoll, que incluían cuarenta y nueve administraciones a veintidós personas en la Universidad de Zúrich. En 1947, publicó el primer artículo sobre los efectos mentales del LSD en las páginas del Archivo Suizo de Neurología. Esto fue seguido en 1949 por el segundo comunicado sobre LSD en ese mismo periódico titulado “Un nuevo agente alucinógeno, activo en muy pequeñas cantidades”. Ese mismo año se llevaron a cabo otros dos estudios sobre experiencias clínicas con la sustancia.
Seis años luego del descubrimiento de Hofmann, el LSD encontró su camino hacia Estados Unidos. Fue llevado a Los Ángeles por Nicholas Bercel, un psiquiatra especializado en electroencefalograía (EEG), a quien había sido casualmente otorgada la sustancia por Werner Stoll bajo el pedido de que la probase. El Hospital Psicopático de Boston solicitó y recibió LSD por correo, el cual fue dado al Dr. Robert Hyde, subdirector. Tras tragar 100 mcg se puso paranoico pero clamó que no había surtido efecto y que el hospital había sido engañado. Incluso insistió en cumplir con sus horas de clínica. Un asociado luego comentó “Aquel no era el comportamiento normal del Dr. Hyde, él es un hombre muy calmo.”
Los psiquiatras A.K. Busch y W.C. Johnson también pidieron LSD en busca de un “buen delirante” para usar en terapia. Pensaron que el LSD “podía agitar un poco las cosas”, remarcó luego Busch. Por agosto de 1950, estaban discutiendo si la droga tenía un posible rol como ayudante en la psicoterapia en el diario estadounidense Diseases of the Nervous System:
“Creemos que el LSD-25 es una droga que induce un estado tóxico controlable en el sistema nervios., que reactiva ansiedad y miedo con aparentemente la suficiente euforia para permitir el recuerdo de experiencias provocadoras. Hace esto sin la lentitud ni las dificultades para hablar que frecuentemente encontramos durante los IST (Terapia de Choque con Insulina) o tras los ECT (Terapia Electro Convulsiva).
Sobre la base de investigación preliminar, el LSD-25 puede ofrecer un medio para un rápido acceso a pacientes crónicos. Puede también servir como una herramienta para acortar los tiempos de terapia. Esperamos que futuras investigaciones justifiquen nuestra presente impresión.”
La historia del LSD hasta 1966, cuando un freno fue puesto a
futuras investigaciones puede ser vista en un microcosmos en las primeras dos
experiencias del Dr. Hofmann: inicialmente hubo un optimismo y un interés
entusiasta; luego, cuando pasó a ser entendido el poder del LSD, hubo pánico.
Sobre la base de la primer y leve experiencia de Hofmann, Sandoz esperaba poder
comercializar la sustancia a nivel generalizado como con los barbitúricos y
tranquilizantes. Por esto, la compañía distribuyó LSD al costo a muchos
investigadores, intentando encontrar una utilización estándar.
Sandoz estaba entendiblemente nerviosa sobre algunos aspectos amplios del segundo viaje de Hofmann, como la experiencia “extracorporal”, por no mencionar otros aspectos luego descriptos por el Dr. como profundamente religiosos. Sin embargo, la gente en Sandoz vio potencial en la droga como “psicotomimético” o “esquizogénico”. Como parte de la literatura distribuida con el LSD se encontraba una recomendación de Sandoz para tenerlo en cuenta como un agente de producción de un “modelo esquizofrénico” que podría ser usado por psiquiatras y psicólogos para explorar el estado mental de sus pacientes. Sandoz también advertía que la sustancia debía ser probada en cantidades mínimas. Los primeros estudios fueron realizados con dosis minúsculas que iban entre los 20 y los 50 microgramos.
Gracias al éxito de la psicología freudiana y jungiana y a varios descubrimientos respecto a la alteración del ánimo, investigadores en diversos y numerosos campos se vieron listos para realizar una aproximación frontal sobre los desórdenes mentales y calificaron al LSD como una sustancia muy prometedora. Sobre la base de una analogía con malaria y fiebre amarilla, se pensaba que duplicar psicosis y esquizofrenia utilizando LSD por un período de 8 a 10 horas podía producir perspicacia y revelaciones que llevasen a una eventual cura.
Poco de este trabajo resultó como se esperaba, ya que hay diferencias significativas entre el estado producto del LSD y varias psicosis, en donde las alucinaciones, por ejemplo, suelen ser auditivas en lugar de visuales. La analogía era errónea pero lanzó al LSD a nueva década de uso clínico.
Sandoz estaba entendiblemente nerviosa sobre algunos aspectos amplios del segundo viaje de Hofmann, como la experiencia “extracorporal”, por no mencionar otros aspectos luego descriptos por el Dr. como profundamente religiosos. Sin embargo, la gente en Sandoz vio potencial en la droga como “psicotomimético” o “esquizogénico”. Como parte de la literatura distribuida con el LSD se encontraba una recomendación de Sandoz para tenerlo en cuenta como un agente de producción de un “modelo esquizofrénico” que podría ser usado por psiquiatras y psicólogos para explorar el estado mental de sus pacientes. Sandoz también advertía que la sustancia debía ser probada en cantidades mínimas. Los primeros estudios fueron realizados con dosis minúsculas que iban entre los 20 y los 50 microgramos.
Gracias al éxito de la psicología freudiana y jungiana y a varios descubrimientos respecto a la alteración del ánimo, investigadores en diversos y numerosos campos se vieron listos para realizar una aproximación frontal sobre los desórdenes mentales y calificaron al LSD como una sustancia muy prometedora. Sobre la base de una analogía con malaria y fiebre amarilla, se pensaba que duplicar psicosis y esquizofrenia utilizando LSD por un período de 8 a 10 horas podía producir perspicacia y revelaciones que llevasen a una eventual cura.
Poco de este trabajo resultó como se esperaba, ya que hay diferencias significativas entre el estado producto del LSD y varias psicosis, en donde las alucinaciones, por ejemplo, suelen ser auditivas en lugar de visuales. La analogía era errónea pero lanzó al LSD a nueva década de uso clínico.
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