Historia del LSD, parte 4




Una década y media de uso en cubierto

CIA y MKULTRA


En los comienzos de 1950 la CIA tomó noción del LSD, allí, el hecho de que 1/100,000 partes de una onza era capaz de trastornar a un individuo por un lapso de entre ocho y diez horas resultó de especial atención. Se procuraba aprender más de lo que se encontraba en unos pocos artículos publicados en medio académicos sobre el potencial de esta sustancia. Principalmente se quería saber si podía ser usada como un arma o bien si podía servir como un suero de la verdad. Aprender todo lo posible sobre “psicotomiméticos” como el LSD se volvió aún más importante para la Agencia Central de Inteligencia en 1951 cuando inteligencia militar reportó, erróneamente, que Sandoz había mandado cincuenta millones de dosis a los soviéticos.
En 1953, un operativo militar en Suiza indicó que Sandoz quería poner 10Kg –cerca de 100 millones de dosis- en el mercado abierto. Un comité secreto en el que participaron oficiales de la CIA y del Pentágono recomendó unánimemente la compra de la totalidad del producto por una cifra cercana al cuarto de millón de dólares con el propósito de mantenerlo “fuera del alcance de los rusos y otros posibles compradores”. Allen Dulles, jefe de la CIA, dio el visto bueno y se enviaron dos representantes de la agencia para negociar en Sandoz.
Resultó ser que el informante había confundido un miligramo por un kilogramo, errando por un factor de un millón. El presidente de Sandoz dijo a los agentes que toda la producción que tenían no llegaba a los 40 gramos. Encontrar el ergot usado por Sandoz como material inicial había tomado muchos años y, como resultado, parecía probable que el suministro mundial de LSD permaneciese siempre pequeño.
Sin embargo, la compañía suiza indicó la voluntad de multiplicar sus esfuerzos y producir tanto LSD como la CIA desease. Más adelante acordó mantener a la CIA informada de toda futura producción así como de los pedidos que llegasen de cualquier parte del mundo.
La CIA estableció un equipo de investigación en la División Química de su equipo de Servicios Técnicos. Richard Helms, entonces director de Servicios Clandestinos recomendó el proyecto a principios de abril de 1953; una semana y media después –casi una década exacta desde el primer viaje de Hofmann, Allen Dulles lo aprobó. Este proyecto se tituló “MKULTRA” (reemplazando al “Proyecto ARTICHOKE”) y contaba con un presupuesto de 300,000 dólares. El objetivo: “investigar si era posible modificar la conducta de un individuo por medios encubiertos.” Liderando el grupo cercano a la media docena se encontraba el protegido de Helms, el Dr. Sidney Gottlieb, quien se encargaba de realizar los reportes de la Agencia.
Este grupo estaba interesado en determinar los efectos del LSD y varios otras drogas en diversas situaciones. A diferencia de Sandoz, que buscaba usos terapéuticos de la sustancia, la CIA se encargó de subsidiar varias organizaciones alentando cualquier tipo de investigación. Gottlieb y sus asociados pronto se convirtieron en los patrocinadores de los estudios sobre el LSD llevados a cabo por numerosas instituciones prestigiosas tales como el Hospital Psicopático de Boston, Hospital del Monte Sinaí y la Universidad de Colombia, el Centro de Investigación de Adicciones del Instituto Nacional de Salud Mental, la Universidad de Oklahoma, y la Universidad de Rochester. “De repente había un enorme mercado de subsidios en la academia”, escribió John Marks en “La búsqueda del Candidato de Manchuria”. Académicos colaboradores de la CIA en investigaciones sobre LSD –algunos a sabiendas, muchos sin tener noción de ello- emitieron numerosos artículos en la literatura científica. Estos reportes rara vez develan qué era lo que los “escritores” estaban investigando para la CIA.
Un remarcable ejemplo es el del Dr. Harold Abramson, un inmunólogo que parecía deleitarse brindándole la droga a intelectuales. En cierta instancia siendo uno de ellos Frank Fremont-Smith, quien organizó una conferencia de la Fundación Josiah Macy, Jr que reunió a los primeros investigadores de LSD. Abramson escribió prominentemente sobre el LSD en publicaciones científicas, mayormente sobre temas tales como el efecto de la droga en luchadores de Siam, también conocidos como peces beta,  y el uso de dosis menores sobre la “transferencia” terapéutica. Hasta fines de los años 70 no se supo públicamente que la CIA le había proporcionado 85,000 dólares en 1953 para proveer –en palabras de Gottlieb- “materiales operacionalmente pertinentes para las siguientes líneas: a. Perturbación de la memoria; b. Desacreditación por conducta aberrante; c. Alteración de patrones sexuales; d. Obtención de información; e. Sugestibilidad; f. Creación de dependencia” Abramson se mantuvo en contacto con muchos científicos que habían comenzado investigaciones clínicas sobre el uso del LSD, reportando a la CIA descubrimientos tanto propios como ajenos.
Gottlieb contrató a Abramson y financió la academia como un medio relativamente barato para adquirir un amplio rango de información sobre el LSD y sustancias similares cuando empleadas en ambientes más o menos ordinarios. La CIA también quería información sobre cómo podría usarse el LSD para sus propios fines específicos, así como información poco probable de obtener de mano de los profesores. Tan solo un mes después de su creación, el grupo Gottlieb preparó una casa segura donde se podía observar gente tras haberles suministrado la droga sin consentimiento ni aviso previo. La persona a cargo de estos estudios era George White, un agente de narcóticos de Nueva York que había llevado a cabo experimentos previos con derivados del cannabis en busca del suero de la verdad para OSS (un precursor de la CIA). La Agencia se ocupó del pago de la renta y propició a White una considerable suma de dinero para que contratase prostitutas. Su trabajo era corroborar si era posible obtener secretos muy ocultos sometiendo a los individuos a la influencia del ácido lisérgico.
Buscando controlar el LSD como política, la CIA comenzó a preocuparse de su dependencia de un proveedor extranjero. Entonces, en 1953, el grupo Gottlieb se acercó a Eli Lilly & Co., la cual ya se encontraba trabajando en el proceso para la síntesis completa de LSD. En el siguiente año, los químicos de Lilly generaron una ruptura, logrando crear pequeñas cantidades de LSD a partir de químicos en lugar del ergot. Un memo por parte de la Agencia dirigido a Allen Dulles proclamaba que ahora el gobierno podría comprar LSD en “cantidades de tonelaje”.
Cada uno de los miembros del grupo Gottlieb consumieron LSD en repetidas ocasiones, incluso administrándose la sustancio los unos a los otros durante el verano de 1953. Tras apenas medio año del inicio del MKULTRA, un golpe inesperado amenazó con poner fin a todo lo que estaba sucediendo.  Una fuente universitaria le comunicó a grupo Gottlieb que la sustancia podría ser peligrosa, mencionando el caso de una doctora suiza que se había vuelto depresiva tras tomar la droga y, se rumoreaba, se había suicidado. Gottlieb fue avisado por sus superiores en dos oportunidades no enfrentar a los extranjeros y comprobar de primera mano cuán traumática podía resultar una administración desinformada.
La rama de Servicios Técnicos de la CIA, que financiaba al grupo Gottlieb, daba además 200,000 dólares al año al Cuerpo Químico del Ejército de Fort Detrick para investigaciones relacionadas a la guerra química. En noviembre de 1953, Gottlieb compartió a todos con un vaso de Cointreau que –con el desconocimiento de todos- había contaminado con LSD. Todos los presentes salvo dos probaron el Cointreau. Entre aquellos que consumieron se encontraba el Dr Frank Olson, un especialista en la entrega de armas químicas aerotransportadas, quien llegó a creer que había revelado importantes secretos durante el viaje de LSD subsecuente. Este evento le causó una depresión que le llevó a ver al Dr. Harold Abramson acompañado por un asistente de Gottlieb. De mala gana, Olson aceptó ingresar a un hospital mental. La noche previa a su ingreso murió tras atravesar la ventana del décimo piso del Hotel Statler-Hilton de Nueva York.
Cualquier vínculo de la CIA con el LSD fue rápidamente cubierto, saliendo a la luz recién en 1976 –veintiún años después- como resultado de la revisión de la Comisión Rockefeller de actividades domésticas ilegales de la CIA. En 1977 la familia de Olson fue invitada a la casa blanca para ofrecerles una disculpa y el congreso sancionó el pago de 750,000 dólares  en compensación a la viuda Mrs. Olson y sus tres hijos.
Gottlieb fue reprendido por sus superiores y le fue quitado el suministro de LSD por un tiempo. Las oficinas en Manila y Atsugi en Japón fueron ordenadas no utilizar el LSD que les había sido enviado.
Richard Helms persistió en abogar que la rama de “trucos sucios” de la CIA debía continuar los experimentos con LSD y pronto Gottlieb resumió su actividad de distribución de la droga. George White, promovido a Jefe Regional de Narcóticos, mudó la operación de la casa segura a San Francisco dos años más tarde, donde continuó dosificando gente hasta 1966.
Las inteligencias militares de cada sector también habían escuchado hablar del LSD, estaban fascinados. Para mediados de la década del 50 también ellos estaban financiando estudios en el tema. Este enredo de la CIA y el ejército con el ácido lisérgico se puede encontrar cuidadosamente detallado por John Marks (1979). El Servicio de Guerra Química en el Arsenal Edgewood del Ejército almacenó enormes cantidades de LSD y otros compuestos psicodélicos, incluso sintetizándolos entre otros compuestos desconocidos.  El MDM, que fue reconocido como un agente psicodélico muchos años más tarde es idéntico al “Agente Experimental -1475” de Edgewood.
Los portavoces del ejército comenzaron a hablar públicamente del uso a gran escala del LSD en escenarios de guerra. En contraste con el énfasis en la administración individual preferida por la CIA, los oficiales del ejército mostraban a los congresistas y a la prensa cintas en las que se veía soldados incapaces de marchar en formación tras ser drogados con LSD en el café matutino. El LSD era propugnado como una forma de causar una “guerra humana” en contra del enemigo. El Dr. Albert Hofmann reveló luego que el ejército de Estados Unidos se ponía en contacto con él “cada dos años aproximadamente” para pedir a Sandoz una participación activa en sus esfuerzos.  Cada uno de los pedidos fue rechazado.
El ejército incluso de comprometió en “operaciones de campo” de ultramar en cubierto. Un ejemplo notorio es la tortura de James Thornwell, un soldado estadounidense negro en Francia, de quien se sospechaba la autoría del robo de documentos clasificados en 1961. Probablemente nunca sepamos la historia completa de otros nueve sujetos que formaron parte del proyecto de interrogación con LSD del ejército titulado “Operation THIRD CHANCE”.
Thornwell, en ese entonces de veintidós años, fue primero expuesto a un estrés severo que incluyó golpizas, confinamiento en solitario, privación de agua, comida y condiciones sanitarias y constante abuso verbal. Tras seis semanas le fue suministrado LSD sin su conocimiento. Las interrogaciones amenazaban con “extender [su destrucción] indefinidamente”, según un documento del ejército desenterrado más tarde “incluso si le llevase a una condición de locura permanente”. A fines de los 70, Thornwell demandó al gobierno de los Estados Unidos por $10 millones; la Cámara de los Representantes aprobó un acuerdo por $650,000 en 1980.

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