Historia del LSD, parte 5


El golpe de la gran ola (1/2)

Crecimiento del interés popular

Inmediatamente tras la elección presidencial de John Kennedy, un pediatra inglés trabajando en la ciudad de Nueva York escribió a Sandoz en nombre del Hospital de Nueva York solicitando un gramo de LSD. Un paquete llegó por correo al Dr. John Beresford con una factura de 285 dólares (aproximadamente el costo de manufactura en el momento). Beresford, quien había probado otros psicodélicos, estaba impresionado con la relación entre el cuerpo y la mente y estaba ansioso por probar el nuevo producto. Los resultados fueron claros, por lo que, con el tiempo, dio parte de su gramo a unos pocos asociados suyos, incluyendo un conocido de nombre Michael Hollingshead. 
Michael Hollingshead

Hollingshead resulta relevante en esta crónica porque fue quien se las arregló para darle parte de su tajada de sustancia a Donovan, Paul McCartney, Keith Richards, Paul Krassner, Frank Barron, Houston Smith, Paul Lee, Richard Katz, Pete La Roca, Charlie Mingus, Saul Steinberg, Timothy Leary, Richard Alpert, Ralph Metzner, Alan Watts y mucho otros que contribuyeron al conocimiento internacional sobre el LSD. “Existe la posibilidad” escribió Hollingshead más tarde “de que mis amigos y yo hayamos iluminado a más personas que cualquier otro en toda la historia”. Sus memorias llevan el título de autor “El hombre que encendió el mundo”.



John Beresford, quien recibió un gramo de LSD de Sandoz
e intentó describir cintíficamente sus efectos psicoactivos
 Con la parte de su gramo “H-00047”, Beresford, en conjunto con Jean Houston y Michael Corner, abrió una fundación de LSD en Manhattan en 1962, el Ágora de la Verdad Científica. El impresionante y valioso trabajo llevado a cabo allí es descripto por Robert Masters y Jean Houston en el libro titulado “Las variedades de la experiencia psicodélica”.
Ese mismo año, Myron Stolaroff y asociados establecieron otro importante centro de estudios de LSD, la Fundación Internacional de Estudios Avanzados en Menlo Park. Esta institución se creó para examinar los efectos del LSD y la mescalina en sujetos cuidadosamente seleccionados. Los resultados de cientos de administraciones fueron significativos, especialmente en relación a la “mayor capacidad de aprendizaje” y “creatividad”.


Para 1962, el número de personas que sabían sobre el LSD había crecido geométricamente. Algunos se mostraban muy entusiastas respecto a probar la nueva sustancia pero carecían de acceso a psicoterapeutas de LSD, los originales “guardabarreras”. En respuesta a la demanda de LSD surgió la primera generación de “químicos del ácido”.
Un notable esfuerzo fue la producción de un lote de 62,000 tabletas de contenido cuestionable por parte de Bernard Roseman y Bernard Copely en 1962. Estas tiras formaron parte de la primera “redada de LSD”, cuando agentes de la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) acusaron a ambos de “contrabando” (manufacturar LSD era perfectamente legal entonces).
Stanley Owsley entró en el comercio tras frustrarse sus intentos de conseguir LSD puro. Sus marcas distintivas –“Rayo Blanco”, “Purple Haze” y otras como “Batman”, “Cúpulas púrpura dobles” y “Medianoche”- eran asociadas a “tabs” de alta calidad. Una enorme cantidad de su producción era regalada y aun así Owsley se convirtió en, probablemente, el primer millonario del LSD. En 1967 fue capturado y le fueron confiscados 200 gramos recientemente sintetizados.
La primera ola de interés popular estaba tomando impulso. En 1962, los Gamblers emitieron la primera canción sobre LSD. Muchos músicos folklóricos estaban siendo “cerebralmente electrificados”.  Charlas sobre el LSD se propagaron más allá de círculos bohemios o universitarios; incluso Henry Luce, editor de las revistas Time y Life, y su esposa probaron la sustancia. Luce, vagando por su jardín en Arizona, escuchó una sinfonía en su cabeza que le dejó enormemente impresionado ya que se consideraba prácticamente sordo. En su experiencia también adquirió afectuosos sentimientos hacia su cactus, lo que le resultó personalmente importante ya que “los había odiado siempre”.

Como figura central en el escenario apareció Timothy Leary.
Comprometido previamente en estudios de investigación sobre la psilocibina en Harvard, Leary fue uno de los participantes del “Lot No. H-00047”. Tomó una cucharada sopera y media del tarro de mayonesa de ácido cortado con azúcar glas perteneciente a Hollingsead y se mantuvo totalmente callado por cinco días. Richard Alpert, su más cercano colega “avisó a todos no tocar esa cosa” - “Hemos perdido a Timothy”. Cuando Leary volvió, Alpert lo recuerda como diciendo “¡Wow!”.



Timothy Leary (1920-1996), escritor, psicólogo y entusiasta de la investigación y uso de drogas psicodélicas.

La experiencia de LSD de Leary, viniendo de un antecedente de más de cien viajes de psilocibina, cambió su vida. “Nunca me recuperé de ese destructor enfrentamiento ontológico” escribió más tarde. “Desde la fecha de esa sesión era inevitable que abandonase Harvard…” Se avecinaba ya el quiebre. “El LSD es más importante que Harvard” proclamó Leary en 1962. Antes de Timothy Leary, los académicos nunca habían aclarado realmente su experimentación con la sustancia. Solo Leary enfatizó públicamente que la droga era “extática”, “sensual” y “divertida”. “Proporciona ligereza y altura” explicó una vez “en donde puedes ver la incredibilidad, la incongruencia y la ridiculez de lo que antes concebías con tanta seriedad”. Se encargó de transmitir a los medios una imagen calara cargada de emocionalidad. Poco tiempo después, el nombre de Leary quedó inextricablemente al compuesto ahora conocido simplemente como “LSD”.
Leary y sus colegas intentaron de muchas formas entrenar gente en el uso de esta droga, la cual veían como una llave hacia una “nueva era” (New Age). Incluso antes de dejar Harvard establecieron una organización fuera del campus conocida como IFIF (Federación Internacional para la Libertad Interna) y desarrollaron planes para un centro experimental de LSD en la playa de Zihuatanejo, México. Cuando publicitaron el proyecto el siguiente verano, IFIF recibió más de 1500 solicitudes. Leary solicitó entonces 100 gramos de LSD, cerca de un millón de dosis, y 25 kilogramos de psilocibina, cerca de dos millones y media de dosis, a Sandoz y envió un cheque por $10,000 como depósito. Sandoz le devolvió el cheque cuando Leary no pudo conseguir las licencias de importación apropiadas. El centro mexicano duró poco tiempo por una problemática insistente atención mediática cuando un norteamericano no fue admitido y se produjo un homicidio no relacionado en el vecindario. Leary y sus colegas intentaron entonces abrir un centro experimental en la isla caribeña de Dominica pero sus visas fueron canceladas el mismo día que arribaron.
Finalmente encontraron el paraíso en Hitchcock Estate, en Millbrook NY, un lugar de 2500 acres donde anunciaron la formación de la Fundación Castalia. Allí influyeron sobre muchas personas influyentes de la época y ofrecieron cuantiosos talleres de cambios de consciencia sin drogas. Comenzaron su Psychedelic Review en el verano de 1963 y viajaron todo alrededor de los Estados Unidos dando conferencias sobre LSD. Fueron pioneros en la presentación de “espectáculos de luces”. Eventualmente Leary armó una religión –la Liga para el Descubrimiento Espiritual. Esta no tenía intención de ser una organización masiva sino que se limitaba a unos centenares de personas situadas alrededor de Millbrook dedicados a mostrar a otros cómo ellos mismos podían “ayudar a recrear a cada hombre como un Dios y a cada mujer como una Diosa”. Leary enfatizaba que “no repetiría el clásico dogma de los profetas religiosos: Sígueme a , únete a mi rebaño. Sino que no impone ningún dogma salvo uno: “Vive según tu propia visión de lo más elevado”.



Hitchcock Estate en Millbrook, N.Y. Terreno de 10 Km2 donde se llevó a cabo la "Castalia Foundation"


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