Historia del LSD, parte 8




Decadencia y resurgimiento

En 1977 el Instituto Nacional de Abuso de Drogas (NIDA) emitió una Encuesta Nacional sobre Abuso de Drogas basada en un muestreo de 4,594 personas. El reporte estimaba que cerca de 10 millones de estadounidenses (6 por ciento de la población mayor de doce años) había, para ese entonces, utilizado algún psicodélico fuerte, con alrededor de un millón cayendo en la categoría de “usuarios regulares”.
Los años del pico de uso de LSD fueron entre 1965 y 1968, seguido por un substancial decrecimiento.  Muchos estaban asustados por el daño cromosómico o por la posibilidad de que se tratase de una sustancia adulterada o LSD mal hecho. Otros se alejaron por la naturaleza sobrecogedora de “dosis heroicas” o por su ilegalidad., temiendo que actuar furtivamente interferiría con la experiencia y la influiría negativamente. Un gran número de usuarios se volcaron a la meditación para conseguir efectos similares. 

Muchos de los líderes químicos clandestinos habían sido arrestados y el LSD que circulaba era de menor potencia y pureza, salvo algunas excepciones como las conocidas bajo el nombre de “Mighty Quinn”, “Blue Cheer”, “Pink Swirls” y el símbolo de la paz en rojo, blanco y azul. Apareciendo en 1968, el ácido “Sunshine” (una tableta naranja de menos de un cuarto de pulgada de ancho) fue la primera operación a gran escala tras la prohibición de la tenencia  de LSD. Tim Scully, un prominente químico de segunda generación, era responsable de algunos pero dijo que la mayoría del “Sunshine” provenía de Ronald Stark, quien había traído unas treinta y cinco millones de dosis desde Europa.
El LSD parece haber tenido su mayor depresión en los comienzos de la década del 70. Su manufacturación se vio encogida a pequeña escala. Aquellos en busca de ácido podían encontrar “micropuntos” rosas, azules y púrpuras pero casi nada de cualquier otra cosa.

Llegó luego el “ácido de ordenador” (cien puntos en veinticinco filas de papel secante del tamaño de un billete de dólar), el cual era de bastante buena calidad y de fácil distribución. En el mismo momento aparecieron las “Windowpane”, las contenían una fina gelatina dentro de una cápsula cuadrada de una pulgada de acho. Ambos mostraban un notable progreso en potencia y pureza, dando ímpetu a una nueva ola de LSD.

Para fines de los 70s era evidente que había ocurrido una reevaluación de la experimentación masiva anterior y que un nuevo reencuentro menos extravagante con el LSD había comenzado. La calidad de los productos disponibles, provenientes de muchas fuentes diferentes, ya no estaba tan seria mente en cuestión. En este resurgimiento del interés fue de gran importancia la propagación masiva de la producción casera de hongos psicodélicos. El LSD regresó a un limitado discurso público como un elemento secundario en conferencias sobre los efectos de los hongos psicoactivos.
Durante los 60s y principios de los 70s muy pocas personas habían experimentado con hongos sagrados. La mayoría de los hongos examinados en las instalaciones de examinación resultaron ser casi completamente no-psicoactivos. En 1976, se publicaron métodos exitosos de cultivar la especie de hongo Stropharia (a menudo llamada Psilocybe) cubensis, con claras fotografías de identificación. Casi un cuarto de un millón de libros y folletos fueron vendidos en los años siguientes, permitiendo a un gran número de personas experimentar –o re-experimentar- los efectos psicodélicos, esta vez de fuentes naturales.
Muchos que temían a los productos sintéticos por la identificación y calidad inciertas estaban dispuestos a darles una oportunidad a los psicodélicos naturales. Estos hongos habían sido utilizados por milenios  y no eran acusados de nada en términos de daño alguno. Gracias a los agentes psicoactivos de la especia Stopharia cubensis muchas  personas descubrieron o renovaron interés por el LSD.

Varias reuniones de “activistas psicodélicos” fueron iniciadas por Weston Le Barre y, especialmente, por R. Gordon Watson. Sus llamados a re-examinar los hongos fue gradualmente generalizada hacia otros psicodélicos, incluyendo el ácido lisérgico. En 1977, el Dr. Albert Hofmann y su esposa Anita, volaron hacia la Península Olímpica en el estado de Washington para una conferencia sobre hongos. Wasson, Hofmann, Carl Ruck y Danny Staples presentaron evidencia de que los famosos Misterios Eleusinos eran catalizados por amidas de ácido lisérgico extraído de hierbas cercanas a la llanura de Rarian. Esta tesis se publicó bajo el nombre de El Camino a Eleusis.
Reuniones similares ocurrieron en Santa Cruz (octubre de 1977), en San Francisco (septiembre de 1978), en Los Ángeles (enero de 1979), en Santa Cruz nuevamente (julio de 1981), y en Santa Bárbara (marzo de 1982).

Algunas fotos del coloquio de Santa Cruz de 1977 pueden verse aquí.

Blotter art de Mickey Mouse
Otra generación de jóvenes químicos pareció haber tomado la batuta de aquellos activos en los 60s. Para mediados de los años 80 el LSD se encontraba disponible en una cantidad gigantesca. Casi todos los productos tenían dosis más reducidas que en años anteriores, en lugar de 200-250 microgramos habían pasado a 100-110, pero se mantuvo la buena calidad. Aunque disponible en cristales o líquido, la mayoría del LSD era distribuido en papel secante, lo que resulta conveniente para la distribución pero expone la droga a la mayor oxidación y daño por la luz posibles. Las tiras de papel secante solían tener dibujos curiosos como un Mickey Mouse aprendiz de hechicero de la película Fantasia, un Fénix, un Dragón, o el Ojo de Horus. Algunos usuarios argumentaban que diseños más frívolos como Pluto o Snoopys, en combinación con las usuales dosis bajas propiciaban una excelente experiencia recreacional.

Un catálogo de diseños de papel secante (blotter art) realizados a lo largo de la historia se puede ver en esta página.

El LSD comenzó a aparecer como gel endurecido con forma cónicas en 1982, lo cual facilitaba la distribución y venía con el beneficio de la reducción de oxidación por el material endurecido. Originalmente, las ampollas de Sandoz traían especificaciones sobre la pureza y la dosificación, las cuales eran un miligramo por mililitro de agua en un contenedor de vidrio resellable. Este tipo de cuidados cuanti y cualitativos no volvieron a aparecer.

En los siguientes años, el curso de la historia del LSD fue influenciado por el establishment mediante una serie de publicaciones y proclamaciones de instituciones, incluyendo la revista High Times, la Biblioteca Conmemorativa Fitz Hugh Ludlow en San Francisco, la NORML (Organización Nacional para Reformar las Leyes de la Marihuana), PharmChem en Palo Alto y otras instalaciones de prueba de drogas.
Libros notables relacionados al LSD por parte de intelectuales y académicos como Stanislav Grof, Albert Hofmann, Carlos Castaneda y Timothy Leary, entre otros, fueron publicados en esta época.

Con dosis menores, causando menos pánico potencial aunque también experiencias menos espectaculares, el número de gente interesada parecía ir en aumento. Charlie Haas resumió los cambios de la década en sus “Notas sobre el Renacimiento de Ácido” para la revista New West (13 de agosto de 1979):

El LSD –la cosa más aterradora y tentadora que se puede comprar sin prescripción, la esperanza blanca para la psicoterapia instantánea que se convirtió en el juguete de la CIA y en la bazooka del arsenal bohemio, aquella que aceitó la transición de la juventud estadounidense de Elvis a Elvish (élfico-mágico), e hizo que todos esos estudiantes de honor empezaran a vestirse raro e imprimir esos posters ilegibles de colores –ESE LSD- es hoy tan popular a nivel nacional como lo fue diez años atrás, a pesar de que los medios, que antes parecían no poder hablar de otra cosa, han permanecido virtualmente silenciosos sobre este tema. Entre la gente que lo traga o lo vende, o aquellos que controlan su uso desde el ventajoso puesto de consejero de abuso de drogas, existe la discusión sobre si el ácido ha estado gozando de un renacimiento en los últimos dos años o si nunca se fue en primer lugar. Sin embargo hay consenso en al menos dos puntos: Los malos viajes y daños mentales que se pregonaban ferozmente en los 60s parecen haber desaparecido radicalmente, y el volumen de ácido que circula parece indicar que actualmente hay más usuarios que hace una década…”

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